Mucho se ha hablado sobre cómo la pandemia y el aumento de la conectividad están empujando la digitalización de nuestro país. Sin embargo, esta crisis ha dejado en evidencia que es un área con muchas aristas a trabajar. Si hace 50 años hablábamos de analfabetismo, hoy su versión 2.0 es la brecha digital, que debemos abordar de manera estratégica si queremos que todos sean partícipes de un desarrollo social y económico armónico, espacio en que la conectividad cada vez tomará más relevancia.
¿Cómo podemos abordar este desafío tecnológico? Esta es una pregunta que ha sido una prioridad en las distintas mesas de trabajo de ACTI. La respuesta es acelerar la inclusión digital del país con proyectos muy concretos. Necesitamos continuar diseñando, invirtiendo y desplegando nueva infraestructura digital que abra paso al internet de alta velocidad y calidad, de manera de disponibilizar este servicio cada vez más fundamental en todo el territorio nacional. Para ello es fundamental la colaboración, mediante alianzas público-privadas que permitan que estos despliegues alcancen a todo el país.
La buena noticia es que, en ningún caso, partimos desde cero. Actualmente, existen diversos proyectos en curso que apuntan a reducir distancias. Un buen ejemplo es el despliegue de la Fibra Óptica Austral (FOA), que permitirá mejorar la conectividad en regiones extremas como Magallanes, donde el 85,8% de habitantes usa internet, según datos de Fundación País Digital. Con una extensión de 2.800 kilómetros, este cable de fibra óptica submarina y terrestre ya recorre desde Puerto Montt a Puerto Williams y, a mediano plazo, espera dar mayor acceso a la población y empresas a servicios digitales de mayor capacidad, impulsando el desarrollo de la región.
En este contexto, la industria de la tecnología y las telecomunicaciones tiene la oportunidad de liderar una transformación que permita hacer frente a los desafíos actuales y futuros. Es un proceso que ya iniciaron muchas organizaciones y empresas, y hoy forma parte de sus metas. Pero la colaboración es indispensable. Tenemos que impulsar sinergias para que todos los actores involucrados (mundo público, privado, academia y sociedad civil) trabajemos de manera cohesionada para no solo habilitar nueva infraestructura, sino además impulsar políticas públicas para que, como país, evolucionemos digitalmente. Porque no basta con dar acceso, sino que también se necesita acompañar el desarrollo técnico con acciones orientadas a fomentar el uso de las herramientas en forma efectiva.
A pesar del balde de agua fría que ha significado la pandemia, también se ha convertido en una oportunidad para dar urgencia a acciones que permitan avanzar hacia una mayor inclusión digital, considerando su profundo impacto en el desarrollo económico y social del país. La clave está en trabajar de manera colaborativa, estableciendo alianzas que nos permitan, por una parte, continuar desplegando nuevas redes y centros de datos de última tecnología y diseminar aprendizajes que contribuyan a efectuar mejoras de manera rápida y eficiente. Solo queda poner el pie en el acelerador.