EL DISEÑO DE UNA CARTERA QUE ASEGURE UN DESARROLLO SOSTENIDO DE LA CIENCIA Y LA INVERSIÓN EN I+D+I ESTÁ EN EL CENTRO DEL DEBATE. AUTORIDADES DE LAS ESFERAS GUBERNAMENTAL, PARLAMENTARIA, ACADÉMICA Y EMPRESARIAL, LLAMAN A PRIORIZAR LA COORDINACIÓN DEL ECOSISTEMA Y LA REDISTRIBUCIÓN DE FUNCIONES, PUNTO EN EL CUAL PONEN LA MIRADA EN EL ROL QUE JUGARÁ CORFO.
Un largo tiempo ha tomado el objetivo de plasmar la idea de crear un ministerio para la ciencia, la tecnología y la innovación en un proyecto de ley. Finalmente, el Ejecutivo ingresó una propuesta en enero al Parlamento que en lo sustantivo apunta a mejorar la articulación entre las universidades, centros de investigación, empresas y el Estado, así como a acortar la brecha entre la academia y el mundo productivo.
La iniciativa establece que la futura cartera será el órgano rector encargado de orientar el desarrollo científico y tecnológico del país, y de las regiones a través de secretarías, e incentivar el diálogo del Sistema de CTI (Ciencia, Tecnología e Innovación) con los requerimientos actuales de la sociedad. Para ello, ejecutará las políticas estratégicas siguiendo las directrices del Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación para el Desarrollo, e implementará las medidas de corto plazo a través de la Agencia de Investigación y Desarrollo (hoy Conicyt). A estas entidades se sumará un Comité Interministerial, presidido por el Ministro de Ciencia y Tecnología quien asesorará al Presidente de la República en estas materias, y el cual integrarán también los Ministerios de Economía, Educación y Hacienda.
Entre las metas principales que tendrá esta nueva institucionalidad está generar las condiciones para dar un salto en la calidad y monto de las iniciativas ligadas a I+D, que en 2015 representaron 0,39% del PIB ($ 607.408 millones), muy por debajo del promedio de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en torno a 2,38%, según resultados preliminares de la VI Encuesta Nacional sobre Gasto y Personal en I+D del Ministerio de Economía, Fomento y Turismo. Un desafio de aumento del gasto que las autoridades ven urgente, pero que mientras el Ejecutivo apunta a llegar a un 1% del PIB en diez años, la comisión del Senado a cargo del tema acorta ese plazo a cuatro años.
El proyecto de ley implica un cambio de fondo en la actual estructura, la cual radica en la Comisión de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt) el fomento de las ciencias básicas y aplicadas -si bien una parte de ellas, como la iniciativa Milenio dependen del Ministerio de Economía-, mientras que las líneas de desarrollo con fines productivos están a cargo de Corfo.
Por eso que el rediseño institucional es uno de los temas clave de la discusión que viene, ya que si bien existe un amplio consenso respecto de que la principal responsabilidad debe recaer en el ministerio, entre los actores del ecosistema hay visiones diferentes en cuanto a la nueva distribuciónde funciones, especialmente en aspectos como el papel que jugará Corfo en ese escenario. Asimismo, tras la aprobación de la idea de legislar en mayo pasado, la Comisión Desafíos del Futuro del Senado, que ha liderado el debate parlamentario, presentó un total de 155 indicaciones al proyecto, que van desde incluir la palabra innovación en el nombre del ministerio, a la propuesta de más de atribuciones y competencias de fomento en este campo.
Asimismo, el Ejecutivo ha ingresado 15 indicaciones de carácter menor, y próximamente las tratativas deberían abordar temas más de fondo relacionados justamente con innovación, recursos y territorialidad.
Las expectativas de los actores del ecosistema
Marcando una diferencia con el perfil actual de Conicyt, académicos e investigadores de primera línea esperan que el futuro ministerio asuma una dimensión política de largo plazo con directrices para solucionar falencias en materias como la reinserción de profesionales que estudian en el extranjero. «Están produciendo una generación de científicos de todas las ciencias más bien frustrados por no poder hacer el aporte al país para el cual ellos se comprometieron», subraya María Teresa Ruiz, presidenta de la Academia Chilena de Ciencias.
En esa línea, el vicerrector de Investigación de la Universidad Católica, Pedro Bouchon, coincide en que el nuevo ministerio debe apoyar nuevas formas de promoción de los talentos jóvenes a través de sistemas de becas que financien doctorados para el caso de trabajos realizados en conjunto con la industria. Por eso, recomienda enfocarse en dos eslabones: «la formación técnica y la formación a nivel doctoral, que van de la mano para que Chile dé el gran salto al desarrollo. Hoy día estamos en el medio, en la etapa de profesionalización, que me parece adecuada».
En este objetivo, Bouchon advierte la necesidad de velar por el ámbito de acción del director de la agencia que reemplazará a Conicyt, y que ese personero sea acompañado por un consejo asesor que monitoree su gestión en materias como la creación de nuevos concursos y reducción de algunos problemas que estos presentan, como el alto número de fallos que se generan anualmente.
Desde el mundo empresarial, esperan que el MinCyT genere políticas que propicien una conversación de todas las partes involucradas para sacar adelante la I+D+i. «Los incentivos a los científicos están mal puestos, ya que publican y no patentan, no están inmersos en la realidad productiva, y no creen que la relación con el empresariado es posible; sus esquemas mentales de desarrollo son distintos a los de los empresarios. Al contrario, los empresarios tampoco creen que los Ph.Ds puedan tomarse como servicios de las universidades, sino más bien con doctorados propios, pero tampoco los contratan porque las grandes empresas aún no sienten que los necesitan», grafica el presidente de la Asociación Chilena de Empresas de Tecnología de Información (ACTI), Raúl Ciudad. A la fecha, sólo 30% del gasto en I+D provino del sector privado en 2015, tendencia que se ha mantenido desde 2009, por lo cual el representante gremial postula que el gran desafío para las empresas es elevar su porcentaje en áreas de innovación.
No obstante, existen señales positivas en este ámbito: en 2016 se certificaron 195 proyectos por $ 76.400 millones a partir de la Ley de Incentivo Tributario a la I+D, cifra que supera en 28% lo registrado en 2015, impulso que Corfo espera superar este año para alcanzar niveles en torno a $ 90.000 millones.
Precisamente esta brecha es una de las tareas fundamentales para la nueva cartera. Un desafío que el presidente de Conicyt y gestor del proyecto de ley, Mario Hamuy, ve necesario abordar a través de una mejor integración que resuelva los temas pendientes en materia de coordinación entre las entidades a cargo, destacando el papel que jugará en esto el Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación para el Desarrollo, que institucionaliza legalmente la entidad actual, el Consejo Nacional de Innovación para el Desarrollo (CNID).
A través de un Comité Interministerial, este nuevo organismo deberá transferir las estrategias de largo plazo a la nueva cartera para su ejecución mediante políticas. «La instancia de coordinación está creada y definida, y por las tareas que se le encomiendan, este Comité de Ministros tiene que producir estos productos: la política y los planes de acción», apunta Hamuy. ¿Cuánto traspasar de Corfo?
Junto a los ejes centrales de la nueva cartera, una de las interrogantes fundamentales en discusión se refiere a la tuición que tendrá el MinCyT en el campo de la innovación, y cuya respuesta pasa por definir cuál será el papel de Corfo. De hecho, parlamentarios involucrados en esta discusión señalan que una manera de agilizar la tramitación parlamentaria es reasignar a la futura cartera la responsabilidad desde esa corporación de instrumentos como los Hub de Transferencia Tecnológica y los Programas de Consolidación de Oficinas de Transferencia y Licenciamiento y Formación de Oficinas de Transferencia y Licenciamiento. En 2016, cada uno de estos programas manejó un presupuesto de $ 2.628 millones, $ 1.608 millones y $ 520 millones, respectivamente.
Esta y otras propuestas se han trabajado en una mesa técnica conformada por los senadores de la Comisión Desafíos del Futuro junto al Ejecutivo. En la actualidad, el gasto en innovación impulsado desde Corfo se entrega a través de su Gerencia de Capacidades Tecnológicas -cuyo presupuesto superó los $ 36.831 millones en 11 instrumentos- y la Gerencia Innova, que destinó más de $ 14.900 millones al eje de I+D+i Empresarial, con un total de 82 proyectos beneficiados.
Sobre esta base, distintos actores del sistema señalan que el ámbito de acción de Corfo en temas de innovación no está delimitado con la suficiente claridad en el proyecto de ley. «El proyecto dice que la innovación basada en ciencia y en investigación estaría dentro de este ministerio, pero no queda bien definido y es una cosa que casi queda como a la buena voluntad de la persona que esté manejando Corfo», advierte María Teresa Ruiz.
Raúl Ciudad -quien también preside el Comité de Innovación de Sofofa-, recalca que lo fundamental es que el futuro ministerio tenga la obligación de generar una coordinación entre el mundo científico y el sector privado, desafio que no ve suficientemente abordado en el diseño de la nueva institucionalidad. Pese a valorar el radio de acción de Corfo, el representante gremial cuestiona su carácter vertical similar al de Conicyt. A su juicio, no ha existido una institución en función de un modelo de I+D+i que permita desarrollar una estrategia nacional de desarrollo.
«El Presidente de la República debe liderar la investigación, desarrollo y la innovación del país y generar las institucionalidades que sean necesarias para poder tener un plan, una estrategia nacional de desarrollo que conste de varios pasos planificados para los próximos 10 a 15 años», subraya Ciudad.
El presidente de la Comisión Desafíos del Futuro del Senado, Guido Girardi, advierte que el diseño de la futura estructura ministerial mantiene la dicotomía del sistema, en vez de «construir una institucionalidad que ponga a la ciencia, tecnología y la innovación al servicio del país». Y si bien no es partidario de desarticular la estructura de Corfo dedicada a este tema, el parlamentario sostiene que una alternativa sería generar su traspaso a esta nueva institucionalidad y «que esté acompañado por un Consejo Interministerial donde participen el Ministro de Economía y el Ministro de Ciencia y Tecnología». La otra opción, indica Girardi, es mantener dos agencias coordinadas «donde una de ellas tenga de eje el desarrollo científico, tecnológico y de innovación y la otra el eje productivo de una agencia, siendo coordinadas en este Consejo Interministerial».
Enfoque de la innovación
Una de las indicaciones que aprobó por unanimidad la comisión parlamentaria fue incluir la palabra innovación al nombre del ministerio. A nivel del Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas (CRUCH) se logró un consenso en incluir ese nombre en el título, recuerda Pedro Bouchon. «Creo que este proyecto lo aborda en cierto sentido y tenemos que ser súper enfáticos en establecer que así debe ocurrir», sentencia el académico. Para el asesor presidencial Mario Hamuy, es mucho más prudente hacerse cargo de una parte de la innovación, sobre todo, de aquella que es más cercana a la científica-tecnológica, tarea que está explícita en el proyecto de ley. Lo fundamental, remarca, es que haya una coordinación permanente entre el MinCyT y el Ministerio de Economía, con políticas coherentes entre ambas carteras.
Según Hamuy, el Ejecutivo se encuentra estudiando los dos paquetes de indicaciones recibidos por la Comisión Desafíos del Futuro y está abierto a conversar para alcanzar acuerdos razonables, pero siempre a partir de la estructura que se presentó al Parlamento.
El desarrollo de la ciencia en Chile tiene grandes desafíos y hoy está en un punto de inflexión, ad portas de lograr una nueva institucionalidad, lo cual ha sido deseado durante arios por los actores del ecosistema. Ahora está en manos de los diversos sectores el buscar el consenso que mejor responda a las necesidades de nuestra sociedad del siglo XXI.
Recuadro: Más capital de riesgo
Si bien considera que los esfuerzos por articular el sistema nacional de ciencia y tecnología van en la dirección correcta -con un esquema de innovación emergente, una naciente industria de capital de riesgo y el impulso de Codo- el fundador y presidente de INNSPIRAL, Iván Vera, advierte que la gran deuda es no tener una fuerte industria de capital de riesgo como la que existe en EE.UU. en Silicon Valley, la misma que Israel importó para desarrollar la industria de startups tecnológicas. Siguiendo el pensamiento de Warren Buffet, comenta que los inversionistas en Chile jamás invierten en lo que no entienden, y sí lo hacen en negocios que conocen bien como el retail y la construcción, pero no en emprendimientos digitales. Por eso, apuesta a que el rol del futuro ministerio será el de impulsar la transferencia tecnológica, tal como sucede en el ecosistema del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Por eso, enfatiza que el primer paso es llegar a un consenso que permita la aprobación de la nueva cartera en esta administración.
Fuente: El Diario Financiero