Del código ético al algoritmo: la IA como respuesta a los nuevos deberes penales de las empresas

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La entrada en vigor de la Ley 21.595, que regula los delitos económicos y atentados contra el medio ambiente, marca un antes y un después en la manera en que las empresas deben asumir la prevención de riesgos. Ya no basta con manuales de conducta o comités que sesionan de vez en cuando. Hoy se exige una vigilancia permanente, reacción ágil y pruebas tangibles de que se están tomando medidas efectivas.

Estamos ante un cambio de paradigma. Las compañías deben ser capaces de anticipar más de 200 tipologías delictivas, muchas de ellas complejas, sutiles y difíciles de detectar a simple vista. Justamente es ahí donde la Inteligencia Artificial (IA) entra en escena, no como una solución mágica, sino como una herramienta indispensable para responder a la altura del nuevo estándar.

Según la Encuesta Global de Delitos Económicos 2024 de PwC, 4 de cada 10 empresas experimentaron algún tipo de ilícito económico o financiero durante el último año. Lo preocupante no es solo la frecuencia, sino la forma en que estos hechos se descubren: tarde. Cuando ya hubo desvío de fondos, conflictos de interés o relaciones cuestionables con terceros. Lo más duro es que muchas veces las señales estaban ahí, pero nadie supo interpretarlas.

Frente a ese escenario, confiar únicamente en procesos manuales es como intentar apagar un incendio con una linterna. Hoy existen soluciones basadas en IA que permiten monitorear en tiempo real el funcionamiento interno de una organización: flujos financieros, relaciones contractuales, estructuras de propiedad, movimientos inusuales. Cada anomalía puede generar una alerta, evaluada por modelos de aprendizaje automático, que estiman su gravedad y anticipan su evolución.

Esto no reemplaza el juicio humano, sino que lo complementa. Porque una cultura ética sólida sigue siendo el eje, pero necesita aliados que amplíen el alcance, la profundidad y la velocidad de respuesta. En un ecosistema cada vez más interconectado y exigente, la automatización inteligente permite ver lo que hasta ahora no se detectaba y actuar antes de que sea demasiado tarde.

En vez de ver esta transformación como una carga, deberíamos entenderla como un camino hacia una gobernanza más robusta e incorporar IA es una evolución natural —y urgente— para aquellas empresas que aspiran a sostener la confianza de sus stakeholders, proteger su reputación y responder, con hechos y no solo con intenciones, a un estándar legal que llegó para quedarse.

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Por: Raúl Ciudad, Primer Vicepresidente de ACTI y CEO de Wesley Clover Services South America SpA.