Empresas tecnológicas con liderazgo femenino y sociedad conyugal: Una figura sin respaldo ante quiebres

mujeres negocios modernas trabajando juntas proyecto 1200x800

En América Latina, el rostro del emprendimiento tecnológico femenino ha cambiado. Cada vez más mujeres lideran startups con proyección regional. Lo que aún no cambia es lo que no vemos: muchas de estas empresas fueron constituidas junto a sus parejas o esposos, en un acto de confianza, complicidad, practicidad y visión compartida. Pero cuando la relación se termina, ¿quién protege al negocio y la innovación?

La pregunta no es retórica. En caso de quiebre afectivo, la empresa queda expuesta a vacíos legales que pueden comprometer su continuidad, la propiedad intelectual o incluso el liderazgo femenino que la impulsó. Y lo más grave es que no existe una figura jurídica que aborde esta realidad. No estamos hablando de un problema íntimo. Estamos hablando de una falla estructural.

Lo confirmé hace poco en una Masterclass organizada por la ONU Comercio y Desarrollo (UNCTAD) en Bogotá. Donde compartí experiencias con cerca de 25 mujeres líderes del ecosistema tech provenientes de países como México, Colombia, Bolivia, Paraguay y República Dominicana. Entre ellas, al menos la mitad había fundado su empresa junto a su pareja y ninguna tenía claridad sobre qué pasaría si ese vínculo se disolvía.

El dato no es anecdótico, es sintomático. Refleja una configuración empresarial cada vez más frecuente, pero completamente fuera del radar de las políticas públicas. Y si el Estado no la mide, no la reconoce, no la protege, ¿cómo espera impulsar el emprendimiento femenino en serio?

En Chile, no hay cifras oficiales que indiquen cuántas startups han sido fundadas por líderes femeninas, ni cuántas nacieron en dupla con sus parejas. El Global Entrepreneurship Monitor 2023 apenas muestra que solo un 1% de las mujeres emprendió en TIC, frente a un 2% de los hombres. Nada dice respecto a las formas que adopta ese emprendimiento, ni sobre los riesgos ocultos que lo rodean. ¿Cómo cerrar brechas si no sabemos siquiera por dónde pasan?

La omisión no es solo legal. También es cultural. Seguimos hablando de escalabilidad, inversión y disrupción sin mirar el piso donde se apoya todo eso: relaciones humanas que, si no están jurídicamente contempladas, pueden convertirse en el talón de Aquiles del negocio.

No se trata de relaciones afectivas, sino de entender que en el centro del emprendimiento hay personas. Y que cuando esos gestores de iniciativas comparten un proyecto de vida y una empresa, no puede ser que, ante una crisis personal, la institucionalidad les dé la espalda.

Actualizar nuestros marcos societarios es más que una necesidad jurídica, es una apuesta por la sostenibilidad del talento femenino en tecnología. El futuro del emprendimiento no se escribe solo con inversión, también se hace con protección y reglas claras.

marina tannenbaum

 

Por Marina Tannenbaum, directora de ACTI y fundadora de APLAID.